En este post me gustaría compartir con vosotros una pequeña historia
que me contaron en uno de esos seminarios al que todos hemos asistido
alguna vez. Está relacionado con el ambiente híper competitivo que
vivimos actualmente.
“En una ciudad había tres talleres uno al lado del otro. Estos tres
talleres tenían el mismo aspecto, realizaban el mismo tipo de trabajos,
utilizaban las mismas marcas de recambios y sus técnicos el mismo grado
de profesionalidad. No existía ninguna diferencia entre ellos.
Pero un día, uno de ellos coloco un cartel que ponía “BARATO”.
El negocio empezó a marchar mucho mejor para aquel taller y, al mismo
tiempo, peor para los otros dos. El propietario de uno de estos dos
pensó que había que hacer algo para recuperar sus ventas, pero no
deseaba vender barato (y por lo tanto igual que el primero). Por ello,
decidió colocar un cartel que decía “MEJOR”.
El negocio fue equilibrándose entre los dos comercios pero el tercero
tenía grandes problemas. No sabía que hacer. Los días pasaban y perdió
muchos clientes y muchas noches de sueño. Un día hablo con un pariente
sobre su problema, explicándole la situación. El pariente era un
especialista en ventas y, después de pensar durante un rato, le sugirió
la idea de colgar un cartel que ponía “ENTRADA”.
¿Qué podemos aprender de esta historia? Para empezar, todos los
servicios eran iguales. Se vendían al mismo precio, los mismos servicios
y los talleres estaban en el mismo lugar (lindando unos con otros).
Pudiéramos decir que no existían diferencias, aunque si existía una
cierta competencia. Cuando uno de ellos se “movió” esta competencia se endureció ¿Qué hizo el taller nº1 para eso? Se diferenció
de los demás. La diferenciación significa ser, hacer o tener en nuestro
negocio algo distinto de los demás. Otro punto que debemos de tener en
cuenta del primer taller es que se auto-posicionó como barato.
El segundo taller no deseaba posicionarse como barato, pero debía
diferenciarse del otro, de forma que su propietario clasifico su negocio
como mejor.
El tercer taller fue más listo porque su dueño contemplo su negocio desde el punto de vista del cliente, desde el exterior hacia dentro.
Si asumimos que no existen diferencias entre los productos y servicios,
la competencia estará limitada a precios competitivos (ser más barato).
Esta es una estrategia pobre y peligrosa.
Debemos de diferenciarnos
de nuestros competidores, pero debemos hacerlo con un valor añadido
(horarios de apertura, servicio al cliente, trato personalizado,
calidad, etc.). Tenemos que darle al cliente algo más de lo que espera,
así conseguiremos clientes satisfechos.
Me gusta esta historia...
Paco Vico
martes, 21 de mayo de 2013
Mi renting, mis neumáticos y mi taller ¡Qué manera de cagarla!
Mientras muchas cadenas de talleres sacan pecho ante su red por la
consecución de acuerdos con empresas de renting de vehículos, no pocos
talleres se quejan de la escasa rentabilidad de este tipo de
operaciones: que si los rentings ponen muchas pegas, que si no dan más
que problemas... ¿Qué opináis? Yo hoy os traigo un caso concreto. Mi
caso.
Hoy os traigo la rocambolesca historia que me acaba de ocurrir. Una experiencia concreta como usuario de un coche propiedad de Banesto Renting, con un taller de una importante cadena de neumáticos como coprotagonista. Cada uno de vosotros que saque sus propias conclusiones (creo con sinceridad que vuestros comentarios son lo mejor de mis posts).
Resumiendo, meses después de cambiar las ruedas delanteras de mi coche, decido volver a llamar por teléfono para cambiar esta vez los “dos neumáticos traseros”. Un día más tarde, me llaman de un taller de una "experta" cadena de neumáticos y mecánica rápida (no cito la enseña porque soy consciente de que hasta en la mejor cadena pueden ocurrir casos puntuales para no sentirse orgullosos): “Ya tiene las ruedas, sr. Azofra. Puede venir mañana entre las 9 y las 11”.
Al día siguiente (hoy) me presento en el centro. Tras saludar al jovencísimo jefe de taller, éste me dice: “Sí, son cuatro neumáticos”. Como no podía dar crédito, miro el parte que sostiene entre sus manos y, en efecto, leo “cuatro neumáticos” medida “225...
¡Nooooo! ¡Los del renting se habían equivocado en el número de ruedas y en la medida de las mismas!
- Pues he tenido que pedir tres ruedas a X (no me acuerdo el lugar de la geografía española que dijo) y otra a Y (otro lugar), me dice sin ningún alarde de expresividad.
Le explico que sólo había pedido las dos ruedas traseras y que encima la medida correcta es 255, no 225 como en el caso de las delanteras. Dicho lo cual, se acerca hasta mi coche y escribe a boli las dimensiones de los neumáticos traseros. Ya en la oficina, como no me fío, inspecciono la medida que había escrito en su formulario y que estaba a punto de pedir: “255/55 R18 90W”
¡Nooooo! ¡Se había equivocado! (la medida correcta es 255/35 R18 90W)
Le hago ver su error. Corrige el 5 por el 3 ¡y se queda tan pancho! Ni un gesto de extrañeza o el más mínimo rubor por la situación. Tampoco se disculpa.
Y aquí estoy, aún sin ruedas, esperando a que me vuelvan a llamar y algo temeroso de que el proceso de montaje/equilibrado/alineado no se efectúe adecuadamente. Creo que esta vez las ruedas tienen que venir de otro centro ubicado bastante lejos de Madrid... (más coste añadido por culpa del renting).
Ah, se me olvidaba. El jovencísimo y poco comunicativo jefe de taller me acaba de llamar al móvil:
- Oiga, los dos neumáticos son Run flat?
(silencio durante unos segundos)
- Sí.
Carlos Azofra
Hoy os traigo la rocambolesca historia que me acaba de ocurrir. Una experiencia concreta como usuario de un coche propiedad de Banesto Renting, con un taller de una importante cadena de neumáticos como coprotagonista. Cada uno de vosotros que saque sus propias conclusiones (creo con sinceridad que vuestros comentarios son lo mejor de mis posts).
Resumiendo, meses después de cambiar las ruedas delanteras de mi coche, decido volver a llamar por teléfono para cambiar esta vez los “dos neumáticos traseros”. Un día más tarde, me llaman de un taller de una "experta" cadena de neumáticos y mecánica rápida (no cito la enseña porque soy consciente de que hasta en la mejor cadena pueden ocurrir casos puntuales para no sentirse orgullosos): “Ya tiene las ruedas, sr. Azofra. Puede venir mañana entre las 9 y las 11”.
Al día siguiente (hoy) me presento en el centro. Tras saludar al jovencísimo jefe de taller, éste me dice: “Sí, son cuatro neumáticos”. Como no podía dar crédito, miro el parte que sostiene entre sus manos y, en efecto, leo “cuatro neumáticos” medida “225...
¡Nooooo! ¡Los del renting se habían equivocado en el número de ruedas y en la medida de las mismas!
- Pues he tenido que pedir tres ruedas a X (no me acuerdo el lugar de la geografía española que dijo) y otra a Y (otro lugar), me dice sin ningún alarde de expresividad.
Le explico que sólo había pedido las dos ruedas traseras y que encima la medida correcta es 255, no 225 como en el caso de las delanteras. Dicho lo cual, se acerca hasta mi coche y escribe a boli las dimensiones de los neumáticos traseros. Ya en la oficina, como no me fío, inspecciono la medida que había escrito en su formulario y que estaba a punto de pedir: “255/55 R18 90W”
¡Nooooo! ¡Se había equivocado! (la medida correcta es 255/35 R18 90W)
Le hago ver su error. Corrige el 5 por el 3 ¡y se queda tan pancho! Ni un gesto de extrañeza o el más mínimo rubor por la situación. Tampoco se disculpa.
Y aquí estoy, aún sin ruedas, esperando a que me vuelvan a llamar y algo temeroso de que el proceso de montaje/equilibrado/alineado no se efectúe adecuadamente. Creo que esta vez las ruedas tienen que venir de otro centro ubicado bastante lejos de Madrid... (más coste añadido por culpa del renting).
Ah, se me olvidaba. El jovencísimo y poco comunicativo jefe de taller me acaba de llamar al móvil:
- Oiga, los dos neumáticos son Run flat?
(silencio durante unos segundos)
- Sí.
Carlos Azofra
Un taller convertido en ITV no es ningún chollo
Que no vuelvan locos a los talleres con falsas expectativas en torno al negocio de la ITV. Si la inspección técnica de vehículos se liberaliza
por fin, algo que aún está por materializar, la cantidad de empresas
del sector de la reparación que pugnaría por ese mercado será ínfimo en relación al número total de talleres en España.
El control técnico de vehículos movió en 2012 un volumen de negocio de 366 millones de euros, según datos de AECA-ITV, la entidad que engloba a las empresas concesionarias de la ITV. Esta cifra habría alcanzado los 500 millones si por las estaciones de inspección técnica hubiera pasado el 20% de los vehículos, unos tres millones, que no cumplió con esa obligación durante el año pasado. Cantidades que suenan mareantes, hasta ahora inaccesibles por ley para el sector reparador...y que lo seguirán siendo, salvo contadas excepciones, por las elevadas exigencias económicas que requiere montar una estación de ITV.
¿Qué talleres disponen de dos millones de euros, y uno más para el terreno, si no se dispone de él, para adentrarse en el negocio del control técnico de vehículos partiendo desde cero? Muy pocos ¿no? Si de lo que se trata es de reconvertir y adaptar unas instalaciones pensadas para la reparación de coches en área de inspección, el coste puede rondar entre 100.000 y 300.000 euros. O sea, que los interesados, a pedir al banco. Como está el crédito, sólo grandes grupos de concesionarios, empresas con excedente financiero o terceros ajenos al sector (El Corte Inglés ya se ha postulado) podrán hacer frente a esas inversiones.
Los concesionarios quieren ser ITV
La liberalización de la ITV es una reivindicación histórica de los concesionarios, canalizada sobre todo a través de su patronal Faconauto. Contribuiría, en su opinión, a aumentar la competencia (puede) y automáticamente abaratar el precio del servicio (eso está por ver). Y a dar oxígeno a sus representados, buscando unos ingresos que compensen parte de lo perdido con la tremenda caída las matriculaciones, el descenso de la actividad de sus talleres y la reducción de las ventas de recambios.
En la actual situación, se calcula que apenas el 10% de concesionarios (unos 300), tendría la capacidad para montar una estación de control técnico, según las estimaciones realizadas por la asociación de los importadores de vehículos (Aniacam). ¿Les merecerá la pena el esfuerzo? Tengo mis dudas.
No nos dejemos engañar. El verdadero negocio para el taller asociado al control técnico de vehículos está en la pre-ITV y en la post-ITV. Es fácil deducirlo. Basta sólo con imaginar que una parte (poned vosotros el porcentaje) de esos tres millones de vehículos que no acudieron a la ITV el año pasado lo hubiera hecho. No hay que ser muy sagaz para entender que muchos propietarios de esos coches no fueron a las estaciones de control técnico sólo por ahorrarse los 30-35 euros de la revisión obligatoria, sino por la certeza de no superarla y tener que hacer un desembolso mayor para reparar los fallos que se detectarían. ¿Cuántos millones de euros en reparaciones se quedaron en el limbo?.
Entre los vehículos que sí se sometieron a la ITV, se contabilizaron en 2011 seis millones de defectos graves, los que deben ser subsanados obligatoriamente en el taller para superar una segunda inspección y evitar la inmovilización. Ahí radica el verdadero negocio para el taller. La reparación de esos defectos genera un volumen de facturación al sector reparador muy superior al que obtendría siendo partícipe directo del servicio de inspección técnica. Y no cuento las intervenciones que se realizan antes del control técnico, que suman otra cantidad más que importante.
Así que más que reivindicar el acceso al servicio de control técnico, os recomiendo que insistáis en pedir que se potencien las acciones para perseguir a los defraudadores de la ITV. Sin descuidar la reclamación permanente a las Administraciones para que se impliquen más en la difusión de mensajes sobre el mantenimiento preventivo de los vehículos y la contribución del control técnico a un parque automovilístico mejor conservado y por tanto menos peligroso para la seguridad vial.
informacion recogida de .
http://www.infotaller.tv/blogs/angel/un-taller-convertido-en-itv-no-es-ningun-chollo
El control técnico de vehículos movió en 2012 un volumen de negocio de 366 millones de euros, según datos de AECA-ITV, la entidad que engloba a las empresas concesionarias de la ITV. Esta cifra habría alcanzado los 500 millones si por las estaciones de inspección técnica hubiera pasado el 20% de los vehículos, unos tres millones, que no cumplió con esa obligación durante el año pasado. Cantidades que suenan mareantes, hasta ahora inaccesibles por ley para el sector reparador...y que lo seguirán siendo, salvo contadas excepciones, por las elevadas exigencias económicas que requiere montar una estación de ITV.
¿Qué talleres disponen de dos millones de euros, y uno más para el terreno, si no se dispone de él, para adentrarse en el negocio del control técnico de vehículos partiendo desde cero? Muy pocos ¿no? Si de lo que se trata es de reconvertir y adaptar unas instalaciones pensadas para la reparación de coches en área de inspección, el coste puede rondar entre 100.000 y 300.000 euros. O sea, que los interesados, a pedir al banco. Como está el crédito, sólo grandes grupos de concesionarios, empresas con excedente financiero o terceros ajenos al sector (El Corte Inglés ya se ha postulado) podrán hacer frente a esas inversiones.
Los concesionarios quieren ser ITV
La liberalización de la ITV es una reivindicación histórica de los concesionarios, canalizada sobre todo a través de su patronal Faconauto. Contribuiría, en su opinión, a aumentar la competencia (puede) y automáticamente abaratar el precio del servicio (eso está por ver). Y a dar oxígeno a sus representados, buscando unos ingresos que compensen parte de lo perdido con la tremenda caída las matriculaciones, el descenso de la actividad de sus talleres y la reducción de las ventas de recambios.
En la actual situación, se calcula que apenas el 10% de concesionarios (unos 300), tendría la capacidad para montar una estación de control técnico, según las estimaciones realizadas por la asociación de los importadores de vehículos (Aniacam). ¿Les merecerá la pena el esfuerzo? Tengo mis dudas.
No nos dejemos engañar. El verdadero negocio para el taller asociado al control técnico de vehículos está en la pre-ITV y en la post-ITV. Es fácil deducirlo. Basta sólo con imaginar que una parte (poned vosotros el porcentaje) de esos tres millones de vehículos que no acudieron a la ITV el año pasado lo hubiera hecho. No hay que ser muy sagaz para entender que muchos propietarios de esos coches no fueron a las estaciones de control técnico sólo por ahorrarse los 30-35 euros de la revisión obligatoria, sino por la certeza de no superarla y tener que hacer un desembolso mayor para reparar los fallos que se detectarían. ¿Cuántos millones de euros en reparaciones se quedaron en el limbo?.
Entre los vehículos que sí se sometieron a la ITV, se contabilizaron en 2011 seis millones de defectos graves, los que deben ser subsanados obligatoriamente en el taller para superar una segunda inspección y evitar la inmovilización. Ahí radica el verdadero negocio para el taller. La reparación de esos defectos genera un volumen de facturación al sector reparador muy superior al que obtendría siendo partícipe directo del servicio de inspección técnica. Y no cuento las intervenciones que se realizan antes del control técnico, que suman otra cantidad más que importante.
Así que más que reivindicar el acceso al servicio de control técnico, os recomiendo que insistáis en pedir que se potencien las acciones para perseguir a los defraudadores de la ITV. Sin descuidar la reclamación permanente a las Administraciones para que se impliquen más en la difusión de mensajes sobre el mantenimiento preventivo de los vehículos y la contribución del control técnico a un parque automovilístico mejor conservado y por tanto menos peligroso para la seguridad vial.
informacion recogida de .
http://www.infotaller.tv/blogs/angel/un-taller-convertido-en-itv-no-es-ningun-chollo
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